lunes, 1 de noviembre de 2010

UNO.

Me desperté en el sofá, abrazado a Alba; fue el típico despertar en el que caes desde millones de años luz y con ello cae también alguna lección del Universo en tu pecho. Me suele pasar a menudo, despertarme y comprender cosas insignificantes que llenan de sentido la Vida y la Existencia. Decidí contárselo pero no pude, esta vez no eran las palabras, pues para aquel saber etéreo y eterno, y lleno de ternura, tenía las palabras; pero no se lo pude contar. Porque algo penetró en mis sienes, y una vez dentro de mí, se expandió hasta el infinito, el Amor Verdadero Infinito, y rompió mi estructura mental de ésta realidad y me transportó al Universo, mis ojos veían pero no procesaban la información, todo lo hacía el Corazón y el Alma, y mi cabeza decía cuéntaselo, es tu novia y tu mejor amiga, es tu todo, y todo aquello se desvanecía, mi cerebro se apagó, todo dependía del Corazón y del Alma, y no se lo podía contar en aquel momento de Expansión, no era mi novia, no era mi mejor amiga, no era nadie externo a mí. No se lo pude contar porque... ¿Cómo te cuentas a ti mismo lo que has vivido? Ella era una extensión de mí, yo era una extensión suya. Yo era ella y ella era yo. Éramos una misma Existencia, y somos. No se lo pude contar, porque ya lo sabía.

En ésta realidad, se nos concibe como dos, una chica y un chico, pero originalmente en el Cosmos se nos concibió como Uno.

El Cosmos bajó a la Tierra.

La Vida es grandiosa.

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